16 de diciembre de 2010
La fascinación por lo fugaz. Ginebra dulce.
Ginebra dulce
Lo Blondo
Bebimos
Ginebra dulce.
Ginebra con limón.
Ginebra dulce.
Tanta suerte tuvimos
De poder escapar
Escapar.
Bebimos
Hasta perderlo todo.
Hasta el amanecer.
Hasta perderlo todo.
(Y) hoy te veo.
Te desconozco.
Ya no me gustas.
Ya no me busques.
http://www.youtube.com/watch?v=vicgRZ3BDlc
******
Lo Blondo retrata, de forma simple, la emoción incontenible de un encuentro sexual fugaz, distorsionado por el alcohol; ese ejercicio del ego que corona una noche de fiesta. Hacia el final, Lo Blondo lo vive en carne propia: el vértigo del sexo casual se convierte inmediatamente en el vacío de otras mil cosas:
“El verdadero desafío del sexo casual llega a la siguiente mañana,
cuando tienes que compartir la intimidad del desayuno”
@ciervovulnerado
“El verdadero desafío del sexo casual llega a la mañana siguiente,
cuando abres los ojos a una mala decisión”
@viajerovertical
Emocionante como es, el sexo casual termina por atarnos a la parte más árida de nosotros mismos y se alimenta de fantasmas. El sexo casual carece de algo que el deseo le niega. Quizá el misterio, quizá la pausa, quizá la luz.
Lo que por la cama empieza pronto muere de soledad. El buen amor es el que se busca primero lejos de los colchones. Las pequeñas variantes de la soledad se encuentran en millones de rostros y en otros tantos momentos:
“Mujeres a las que corrieron temprano después de una
cogida casual porque jugaba México A.C.”
@ciervovulnerado
Para encontrar el amor y la sensualidad, hay que saber reposar en el lugar en el que nos encontramos, construyendo el deseo. Para escribir al deseo se requieren todas las paredes del mundo y la calma para llenarlas con la mano. La sensualidad es sutil, pausada, de colores. El deseo viene a oleadas de una fuente inagotable: un latir constante.
“Chavos, ustedes que andan cazando genitales, al menos tómense
una licencia erótica para que la cosa no sepa a caldo de enfermo”
@Bilop
Cuando se piensa en sexo casual, en realidad se está pensando en otra cosa, se está necesitando algo de nosotros que no se encuentra entre las sábanas de un extraño: el sexo casual ni siquiera sirve para lo que se supone que sirve. Es un espejo fiel que devuelve una figura deforme.
“Pequeñas señales, gestos, movimientos. Esos que primero se visten de imperceptibles, y de pronto son la nueva verdad. Así se escapa todo”
@Bilop
En nombre de la libertad, el sexo casual equivale hoy a dos palabras dichas a tiempo, en medio de la noche. Pensar en libertad y placer cuando se recurre al sexo casual es no conocer ni la libertad ni el placer. Es ser miope, poco. El sexo espanta; el sexo es un misterio, una pujante cultura que nos tiene a todos fascinados, adictos, emocionados, pendientes, atrapados.
"You can be as promiscuous as you like; that's not gonna make you happy"
La noche ha vuelto la búsqueda del sexo como su propia fascinación. Pronto uno descubre que la conquista nocturna se vacía aun antes de consumirla por completo. Y así, andamos dando tumbos de un lado a otro, con esa cara de estar disponibles para todos aquellos que siempre están al acecho, dispuestos a cumplirnos la vocación que nos hemos pintado en la cara:
“Oigan, un gran jamón masturbatorio donde sea se consigue, pero ¿amor?
A ver, éntrenle.
@Bilop
Lo malo del sexo es que a veces no es inofensivo. A veces el sexo es un arma, un recurso al que acudimos fácilmente y lo ejercemos como un derecho cultural incuestionable, indebatible, una victoria de tantas otras batallas libradas sabiamente (esas sí) en contra de un puritanismo castrante y odioso. Pensar alrededor del sexo en cualquier término que no sea el de la libertad absoluta hoy desluce como si la idea fuera emisaria de un pasado indeseado. Hoy se ejerce el sexo como pretexto y el representante más logrado de una libertad que, presiento, no hemos terminado de entender. Será que, más que el sexo, a la que no entendemos es a la libertad. Ejercer la libertad a rajatabla es fácil cuando se trata de ser un kamikaze del corazón ajeno. Así, el sexo nos ha estado empujando, y empujando a otros, al precipicio desde siempre.
Y claro, no todo sexo casual, es casual. Existen encuentros absolutamente luminosos entre extraños. El sexo casual puede ser la posibilidad de una flama y de un inicio. Nada hay más conmovedor que la posibilidad de la ternura entre extraños. En la variación de @ChumelTorres:
“El sexo casual nunca es casualidad”
Al final no se sabe bien qué es el sexo porque a veces es solo eso: sexo. He ahí su misterio. Será que para pensar en sexo tendremos que aprender a pensar en otras mil cosas también.
12 de diciembre de 2010
El consuelo del domingo.
En domingo, las cosas y los parques reposan de forma distinta bajo la luz de la tarde. El domingo es, a veces, una forma de la quietud, de escuchar nuestros pasos contra la piedra, de ver al instante desmoronarse entre hojuelas de tiempo iluminado.
Quizá la verdadera vocación del domingo sea terminarse; el día se va haciendo paso a través de sí mismo. El domingo tiene siempre prisa de ser otra cosa, de olvidarse, de dar paso a lo nuevo. El domingo es una pausa y un recomienzo que se resume a veces en calma, a veces en angustia, a veces en quietud. Las horas del domingo son siempre interiores; el domingo es el día que se vive desde dentro.
5 de diciembre de 2010
4 de diciembre de 2010
El mar enlatado.
Agnès Varda. La Mer inmense, 2003.
Y hoy que lo tengo enlatado, que lo tengo al alcance de mis oídos para darle cuerpo a mi paciente espera de él, tengo al menos el consuelo de tenerlo cerca, de descifrar lo que intentó decirme una mañana o una tarde cualquiera hace miles de días o quizá apenas ayer. El mar ha venido a hablarme con su lento persistir de siglos. El mar nunca habla claro. El mar habla fuerte en su propia clave, habla a través del tiempo y todas las distancias, y le habla al que encuentre la paciencia de descifrar su obstinación de mar.
Hoy amanezco con la noticia de que es posible enlatar un día de mar, unos momentos de ola y repetirlos para siempre con todo y las gaviotas, con todo y su arrastrar la arena al paso de la espuma y quizá algunos pasos que ya no están más, y que sin embargo sigo yo escuchando ahora, quién sabe cuántas mareas después. ¿A dónde habrán ido a dar esos pasos que escucho?; ¿qué suerte habrán ido a encontrar? ¿Habrán sabido escuchar al mar?
El mar recomienza todos los días, no cesa de venir, no se cansa de abarcar el horizonte entero y de responder ninguna pregunta con su persistente silencio que nos obliga a acercarnos y escuchar ninguna palabra, todas las corazonadas. Alguien ha puesto en palabras lo que es sumergirse en el mar: una aventura de movimiento errático y caprichoso, la voluntad de la suerte y el viento que siempre viene a transformar la idea del mar. Es el viento el que le da la luz, el que lo mece de formas distintas, el que le permite vestirse de tantos matices como es posible bajo el universo.
Quiero gritarle tantas cosas al mar. Me gustaría poder tomarlo en mis manos y sacudirlo, apretarle el pescuezo, insultarlo, que me viera a los ojos y me explicara su atrevimiento y su desfachatez, que me diera cuentas de su persistente belleza; decirle que me tiene atrapado, que no puedo dejar de regresar a él, que su encanto azul me tiene cautivo, que mi vida ha sido siempre el largo camino para volver a él.
3 de diciembre de 2010
Salvador Extraña al Sol
Foto: Salvador López Polo.
Invierno. Cuando el Sol es generoso, la luz en Suecia llega tarde y tiene la intensidad de aquella que viene anunciando el crepúsculo. Los días terminan pronto y se llenan de noche. El frío avanza recio e invisible. Salvador vive inmerso en la oscuridad, frente a un lago que a veces lo mece y a veces le arroja su gélido temperamento a la cara. El viento acecha, viene trayendo siglos de rumores con él, cargando dolores, vuelcos, tempestades de otros años y otros rumbos; los secretos que le hemos gritado los que no encontramos consuelo.
La noche es implacable cuando nos pilla sin compañía. Detrás de las paredes está el bosque, el agua que reposa en silencio, atenta, adivinando lo que la noche ha venido a contar. Adentro, Salvador duerme o intenta pensar. El extranjero se siente siempre solo, fuera de lugar, no tiene nada que lo ate ni que le sepa hablar. Salvador se sienta a vivir, a entender lo que el mundo enseña cuando ya se va a acabar, y así tramita el dolor de estar, de ser, de vivir, de amar.
Y en medio de la calma, una vela alumbra el silencio. La noche pasa, mañana volverá a empezar.
1 de diciembre de 2010
Funny People
La película Funny People (Judd Apatow, 2009), presenta un momento que reflexiona sobre la libertad sexual en los tiempos del relativismo. La escena aborda los malentendidos de la libertad, es decir, la libertad ejercida sin cortapisas, sin consideración por el corazón ajeno, libertad que termina no siéndolo entonces, al arrasar con aquello que anda buscando.
Ira Wright (Seth Rogen), un chico tímido e inseguro, bien intencionado, conoce a Daisy (Aubrey Plaza) en la sala de su propia casa. Daisy, una mujer con aspiración de moderna y liberal, es de esas mujeres con un solo libro del feminismo más trasnochado bajo los ojos. Diasy se ve confundida, insegura. El rommate de Ira, Mark Taylor Jackson (Jason Schwartzman), es uno de esos personajes que hacen de la frivolidad un estado mental: un socialité wannabe cuya destreza más notable es llevar a chicas a la cama. Al darse cuenta de la atracción de Ira por Daisy, Mark lanza un reto: “si en diez días no lo haces tú, yo me acuesto con ella. Punto”. Ira se dispone al cortejo. Buscando un motivo especial, Ira invita a Daisy al concierto de su banda favorita. Daisy está feliz de ir. Antes de la fecha especial, diez días han pasado.
Aquí la escena:
“ÉL: We were supposed to go out on a date together!
ELLA: We ARE going on a date. I thought so.
ÉL: We are not anymore!
ELLA: Really?!
ÉL: No, because after you fucked my roommate that kind of ends it for me.
ELLA: Really?! Don’t treat me like that. You are the first guy that I ever met that is like this. [balbucea, tartamudea, duda] I am an independent woman, I am allowed to fuck people.
ÉL: If I’ve known that, I would’ve scheduled our date a lot sooner.”
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