Hoy me dieron ganas de escribirte, de hacerte
saber de mí. Hoy imaginé cómo es que me leerías. Hoy sé que lo harías de otra
manera, quizá incluso sonriendo. Las letras se me están acomodando de modo que
creo que todo esto que me digo sería cierto: que si yo hubiera de echar a volar
una tras de otra a mis palabras, te harían sentir bien y te aceptarías a ti
misma que te hicieron sentir bien.
Sé que aunque todo esto fuera cierto igual te guardarías
esas ganas de llamarme que te llevas guardando por tanto tiempo y que el
orgullo te haría no moverte ni un centímetro. Pero aun así estaríamos más
cerca. Si yo te hago sonreír públicamente delante de ti misma, hay un trecho
entre nosotros que se acorta, una distancia que te hace saber que alguien te
espera.
Hoy me dieron ganas de hacer este silencio por fin hablar,
ganas de llamarte y de escribirte y de volverte a abrazar. Me dieron ganas de
algo, quizá de conocerte otra vez.
Hoy es otro de esos días en los que estoy seguro que nunca
nos vamos a dejar de pensar.
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