6 de diciembre de 2012

Lo que dice alguien que aún está




Hoy me dieron ganas de escribirte, de hacerte saber de mí. Hoy imaginé cómo es que me leerías. Hoy sé que lo harías de otra manera, quizá incluso sonriendo. Las letras se me están acomodando de modo que creo que todo esto que me digo sería cierto: que si yo hubiera de echar a volar una tras de otra a mis palabras, te harían sentir bien y te aceptarías a ti misma que te hicieron sentir bien.

Sé que aunque todo esto fuera cierto igual te guardarías esas ganas de llamarme que te llevas guardando por tanto tiempo y que el orgullo te haría no moverte ni un centímetro. Pero aun así estaríamos más cerca. Si yo te hago sonreír públicamente delante de ti misma, hay un trecho entre nosotros que se acorta, una distancia que te hace saber que alguien te espera.

Hoy me dieron ganas de hacer este silencio por fin hablar, ganas de llamarte y de escribirte y de volverte a abrazar. Me dieron ganas de algo, quizá de conocerte otra vez.

Hoy es otro de esos días en los que estoy seguro que nunca nos vamos a dejar de pensar.

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