Hasta acá ha viajado un niño para ver el mar. Ha hecho su camino a través de la larga noche para maravillarse de él. Nadie nunca le ha contado bien a bien cómo es el mar, pero él lo intuye inmenso; sabe que lo que irá a conocer no es como cualquier otra cosa, algo le dice que el mar es una transformación para siempre.
Llega de noche, cuando el mar es una superficie oscura y apenas móvil. Lo primero que conoce del mar es cómo habla y eso sí que es una novedad y un espanto. La voz del mar lo envuelve todo. En la noche se sobresalta y despierta porque el mar no lo deja dormir. Tadeo conoce la voz del mar como un grito y no como un arrullo; quisiera que el mar lo dejara dormir en vez de someterlo a su incesante ir y venir. Sucede que Tadeo está ansioso de ir a su encuentro. Las voces insistentes, los sonidos de nuestro mundo, deben ser conocidos si queremos conservar la cordura. Hasta esa noche, nunca me puse a pensar qué tan pesado sería escuchar constantemente la voz del mar sin antes haberlo conocido. Así, la voz del mar se parece a la de alguien que nunca vino del todo pero cuyo murmullo resulta imposible acallar. Esas ausencias de todo.
Cuando se hace el día, Tadeo corre a la orilla del mar. Ya ha visto sus nuevos colores con la primera luz de la mañana y ahora lo tiene a sus pies. Ahí viene la primera caricia del mar. Amor y mar son idénticos la primera vez: el vértigo, la incertidumbre, el miedo a lo inmenso, la fortuna de lo cambiante, el arrullo de lo constante, las corrientes ocultas que transforman en un instante lo bello en terrible. Cuando el mar se cuela en su boca, Tadeo aprende que, como el amor, el mar esconde un sabor inesperado: el mar también guarda su propio desencuentro.
Desde ese día, Tadeo sabe que sólo es posible hablar de mar en términos del mar. Una vez suyo (porque al mar se pertenece siempre), aprenderá todas las formas de imaginarlo y de evocarlo: almar, contramar, altamar, mar de fondo, mar abierto, ola, luz.
Ahí está Tadeo, buscando asirse de alguien, de una espalda fuerte, confiable y conocida, para enfrentar la primera gran aventura de su vida: el mar.
[Lector, antes de empezar a leer dale 'Play' al video que aparece abajo y déjate acompañar por la música mientras lees. Me entenderás mejor; tanto más estarás conmigo]
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Viernes en la noche, Paseo de la Reforma. Los faros de los autos se difuminan por obra de mi miopía. Van con prisa, pero a mí me parecen adorables y serenos. Nada me turba; me siento bien, me siento espléndidamente acompañado de mí mismo. Estoy en paz. Avanzo caminando a través de la noche fría. Las luces brillan en todas direcciones. Las iluminaciones de la Navidad conservan su ternura aunque la época haya pasado ya. Hoy son unas figuras que visten el cielo de morados y azules lanzados al vuelo. Eso: todo es azul, un sereno azul que me arropa y me hace invulnerable. Mi caminar tiene un aire de estar dentro de una película. Eso es lo que hace en mí el iPod; la música. Tengo un sentimiento incontenible. Esta es la forma en que se presenta la felicidad. Hoy lo hace en forma de canción pues de pronto mi iPod decide tocar al azar Birds de Kate Nash. De pronto, todo hace sentido. El coro no me deja en paz, me habla de la ambivalencia terrible de la belleza:
"Right, birds can fly so high, or they can shit on your head.
Yeah they can almost fly into your eye and make you feel so scared.
But when you look at them, and you see that they're beautiful.
That's how I feel about you”
Me detengo y veo el mundo a mi alrededor. Pienso en los que han elegido volar sólo para tener oportunidad de tirarte su mierda encima. Y de pronto se me ocurre que la belleza me ha sido dada, que he rozado la belleza, que la he sabido construir y ya nada importa. Aprecio el vuelo de la belleza y la mierda que termino limpiando es asunto mío. Escojo concentrarme en el vuelo de los pájaros y lo que le hacen al cielo, mi cielo sentimental. La mierda es de ellos, no mía. Tanto da. Entonces pienso en esta imagen que me regaló otro cielo, en otro atardecer, otro azar, y sigo caminando entre la gente. Nada me detiene:
Birds
Kate Nash
She was waiting at the station
He was getting off the train
He didn’t have a ticket so he had to bum through the barriers again.
Well the ticket inspector saw him rushing through
He said "girl you don't know how much I missed you but
We'd better run cos' I haven’t got the funds to pay this fine."
She said "fine."
Well so they ran out of the station and jumped onto a bus
With two of yesterdays travel cards and two bottles of Bud,
And he said, "You look well nice."
Well she was wearing a skirt
And he thought she looked nice
And yeah, she didn’t really care about anything else
Because she only wanted him to think that she looked nice,
And he did.
But he was looking at her, yeah all funny in the eye.
She said "come on boy tell me what your thinking,
Now don’t be shy."
He said all right, "I'll try.
All the stars up in the sky and the leaves in the trees,
All the broken bits that make you jump up and grassy bits in between.
All the matter in the world is how much I like you."
She said "what?"
He said, "Let me try and explain again.
"Right, birds can fly so high, or they can shit on your head,
Yeah they can almost fly into your eye and make you feel so scared.
But when you look at them, and you see that they're beautiful,
That's how I feel about you.
Right birds can fly so high and they can shit on your head,
Yeah they can almost fly into your eye and make you feel well scared.
But when you look at them, and you see that they're beautiful,
That's how I feel about you.
Yeah that’s how I feel about you."
She said "what?"
He said "you."
She said, "What are you talking about?"
He said "you. "
Right birds can fly so high or they can shit on your head
Yeah they can almost fly into your eye and make you feel so scared.
But when you look at them, and you see that they're beautiful,
That's how I feel about you.
Right birds can fly so high or they can shit on your head,
Yeah they can almost fly into your eye and make you feel well scared.
But when you look at them, and you see that they're beautiful,
Quita el aliento la forma que ciertos papeles tienen de viajar a través de los años y la forma en que regresan a nuestras manos. Pueden haber esperado años inmóviles en un cajón, entre cientos de papeles de otros tantos olvidos, o pueden haber encontrado su camino entre varias manos y varias calles y varias casualidades. Pero un día cualquiera, un buen día casi siempre, llegan a nuestras manos con un mensaje olvidado, con el pedazo del corazón de alguien que de pronto viene a resignificarse en días nuevos y completamente ajenos al pálpito que los hizo ciertos.
Así llegó esta carta a mí. La encuentro entre el contenido de una caja que ha sobrevivido seis mudanzas y que siempre ha llevado la etiqueta “Nostalgia”. Esta caja ha sido mudo testigo de mis cambios y mis rumbos, ha sido el paciente habitante de numerosas bodegas y espacios oscuros. Hoy que por fin la abro y repaso su contenido al azar, me topo con este mensaje de otros días. ¿Qué me dice hoy; qué me viene a contar? A quince años de haber sido escrita, creo adivinar quién fue su autora. Si ella la leyera aquí, quizá no se reconocería en estas palabras que fueron suyas y que han viajado hasta hoy.
Así lee su mensaje:
28/Mayo
1996
Sabes, Sabina tiene razón: “incluso en estos tiempos que soy feliz de otra manera, todos los días tienen un instante en que me jugaría la primavera por tenerte delante”. Y ahora que he olvidado la razón en un cajón sin llave para descubrir esa penumbra escondida en escritos, esa exquisita sensualidad del amor que a veces se asomaba por las grietas de mi oscuro y húmedo pozo.
Si te preguntas, por qué he venido a este café, obligándome a tragar la vergüenza de citarte (recuerda que la soledad es uno mismo, sin compasión y con vergüenza) te aviso que le respuesta puede sorprenderte: VANIDAD. Aunque te suene extraño, ¿por qué debes ser tú una parte de mi ayer y yo tan solo un elemento de tu pasado?: la idea de que me olvides me aterra, así que he decidido “quedarme en tu recuerdo, no sé como ni con qué pretexto, pero quedarme con vos” y que una noche te traiciones y mi imagen penetre tu mente silenciosamente y por fin me necesites.
Es cierto, no solo he venido para que exista otra persona que no sea la tierra la que me sienta pasar, es verdad, escondo algo más que este sentimiento de inmortalidad. Estoy aquí para demostrarme que después de 3½ años ese ángel malo que se paró en la puerta de tu sonrisa, ha dejado de sembrar la angustia en mis ojos y por fin ver mi fresco retrato despojado de esos ojos duros, sin fondo y sin horizonte, dejar de engañar al mundo y retomar la búsqueda. ¿Lo diré? ¥ esta maldita búsqueda de sublimarme en unos labios ardientes, aunque sepa que esta boca es mía.
Te engañas al pensar que deseo perderme en tu mirada, al igual que te equivocas si crees que tú fuiste ese ángel malo, sabes, su llegada era inevitable, tú tan solo lo empujaste hacia mí y no miento al decir que te lo agradezco.
Solo hay algo que me confunde y, quizá, sólo quizá, sea la verdadera razón de este estúpido encuentro: ¿por qué he venido a tentar mis días sin memoria, sabiendo que así puedo resolver el pasado volviéndose mi presente?
En su confusión, en su atropellada pasión que la priva de los signos de puntuación oportunos, esta carta es un retrato de la candidez, la intensidad adolescente que habla las verdades de un amor que se nos va entre las manos y entre los días. El final del amor nunca deja de ser así: ese miedo al olvido. Entonces, encontramos consuelo en saber que, por alguna escurridiza suerte, aun somos el presente del ser amado que de pronto ya no está. Ideas de otros lados y de otra gente nos sirven para vestir nuestra vulnerabilidad, para decir calladamente, para decir apenas, lo que queremos decir a gritos: no te vayas, no te conviertas en pasado, quédate conmigo, aquí te prometo un universo.
El del Picasso temprano, el adolescente de catorce años que hacia 1895 viaja en barco y lo retrata todo. Ya entonces el mar era como ahora; siempre mar:
Al abordaje del mar en la acuarela del gran Miquel Barceló:
Viejo, despostillado, habitando un edificio bello, frío y amplio; conteniendo algunos buenos momentos de Picasso y Matisse en su colección permanente, el Musée d’art moderne de Paris se rejuvenece y brilla de nuevo al hospedar la más grande retrospectiva que Europa haya visto de Jean-Michel Basquiat (Nueva York, 1960-1988) así como una amplia retrospectiva del fotógrafo y realizador Larry Clark, quien en blanco y negro retrata los tantos colores de la adolescencia.
Basquiat siempre me ha parecido un hombre simple, poco educado, de ideas sencillas y escasas, que supo vestir su mundo de una estética cautivadora. Basquiat es el niño problema que se las arregló para vivir demostrando que su rebeldía podría llevarlo lejos. Cuando muy temprano se le acabaron las ideas, los excesos de una vida simple terminaron con él. Basquiat no tenía demasiado que decir, sus temas eran escasos, poco explorados y repetitivos, vestidos de una iconografía infantil; pero el mundo figurativo que creó, impregnado de una imaginería infantil, es sumamente cautivador.
La simpleza de Basquiat tiene la valentía de la que carecen tantos para llevar lo suyo adelante, para mostrarlo, para tener ese arrojo. Basquiat fue y se condujo como un superestrella, como un auténtico rockstar: sin demasiada sustancia pero con mucho brillo. Aun así, Basquiat tiene momentos de una sutileza conmovedora. No encuentro mejor ejemplo de esto que “Maurice”, la que yo considero su mejor obra.
Las obras de Jean-Michel Basquiat son como él fue en persona: irresistibles, con una fuerza poco común, de una simpleza multicolor y a la vez caótica, confusa, abrumadora.
Foto: Reuters ("Maurice" es la obra de la derecha)
Larry Clark (Tulsa, Oklahoma, 1943) es un obseso de la adolescencia. Al tema le ha dedicado su obra entera. Clark entiende como nadie a los adolescentes y como pocos se escandaliza y se encuentra irremediablemente atraído por su confusión, por sus excesos, por su impulso autodestructivo. Si su serie fotográfica de culto “Tulsa” fue un devastador retrato de lo que fue crecer aburridos en la época inicial de la libertad sexual y las drogas en un pueblo anodino de los Estados Unidos, la retrospectiva para el Museo de Arte Moderno de París es una profundización de la estética del exceso y el libertinaje.
Las fotos de Clark son un precedente y una continuación de aquella cinta con la que se hizo popular y con la que alertó el mundo adulto de los poderes de la adolescencia: “Kids” (1995). La exposición Kiss the Past Hello invita a conocer los motivos del obsesivo lente de Clark, y a seguirlo desde el primer momento en que tuvo contacto con el mundo de la fotografía hasta la serie en la que trabaja actualmente y que tiene como sujeto principal a Jonathan Velasquez y las andanzas de un grupo de chicos latinos en Los Ángeles cuyo destino más probable será una tumba prematura.
La exposición logra mostrarnos que la adolescencia es una etapa lúbrica, estética, hermosa, intensa, una idealización de los desconocido que nos lleva a fascinarnos con lo prohibido y, más veces de las necesarias, a dejar la vida en ello.
Es en la adolescencia cuando hacemos nuestro primer pacto con la vida, un pacto que llega en un momento en que no podemos comprenderlo, un momento de abandono en el cual tejemos las paredes de nuestro propio laberinto, sin estar equipados bien a bien para ello. La adolescencia es un momento de soledad que resulta bello y sublime: nunca seremos tan hermosos como fuimos entonces, nunca el mundo nos quedará tan grande sin que estemos conscientes de ello, nunca más tendremos la fuerza y la voluntad para ir en contra de algo que no entendemos.
La inocencia de la adolescencia es la pureza rota por un vértigo interno.
Un apresurado recuento de los últimos días en París me llevan a transcurrir entre los intentos de un sol tímido en salir y un viento un poco menos adverso. Las imágenes corren por todos lados: desde la exposición colectiva Fresh Hell (Cristina Lucas, Ana Mendieta y otros) en el Palais de Tokyo,
hasta la extraordinaria revisión que la Maison Européene de la Photographie hace de su colección permanente en la exposición "Autour de l'Extrême", explorando lo que no se ve del proceso fotográfico y que empuja los límites sociales, morales y de lo estético, donde lo que más me conmueve son los retratos de Arbus, Avedon y Frank; una faceta que no conocía de Ansel Adams, volver a ver la serie "Tulsa" de Larry Clark, y conocer por primera vez lo macabro en el ojo de Joel-Peter Witkin.
Foto: Richard Avedon
Emociona mucho encontrarse de nuevo con Gabriel Orozco en el Centre Georges Pompiodu y ver todo lo que de él más me gusta:
Así como conocer ahí mismo a Arman, de quien sin duda Orozco y Ortega han tomado más de lo que confiesan.
También volver a la lectura de arte femenino de la colección del Museo Nacional de Arte Moderno en la exposición elles@centrepompidou; y encontrase de nuevo con Ives Klein y Jesús Rafael Soto.
Ver por primera vez presente a Richard Avedon en la colección permanente del Museo de Arte Moderno:
Foto: RIchard Avedon
Encontré especialmente divertidos y bizarros a los artistas contemporáneos rusos en el espacio medieval del Musée du Louvre en la exposición “Contrepoint”. Entre ellos, destaca la hilaridad de Komar y Melamid, quienes crean “La obra favorita de Rusia”:
y “La obra más odiada de Rusia” con base en una encuesta que pregunta sobre colores favoritos, sujetos favoritos en una obra, tamaño, forma del cuadro. A la derecha, en azul, la que sería la obra más gustada según la encuesta. Al parecer el naranja, la abstracción y las pinturas con textura gustan poco a los rusos.
Así transcurre París, su cafés, sus perpetuos días grises y su noche azul. Se camina entre los cada vez más omnipresentes esténciles que caminantes invisibles van pegando en sus paredes:
París es siempre un poco árido, un poco solitario, otro poco nostálgico, siempre encantador y propicio para caminar con uno mismo, conversando con todas las sombras.
Como ya es sabido, la revista TIME ha declarado a Mark Zuckerberg como la “Persona del Año 2010” . Esta distinción es una tradición de la revista desde 1927, cuando Charles Lindbergh fue el primero en recibir la portada de TIME bajo dicha mención (en aquellos días la edición de TIME corría bajo el título “Man of the Year”, sustituida ahora por el más políticamente adecuado “Person of the Year”). TIME ha insistido siempre en que su mención de la “Persona del Año” no es ni nunca ha sido un honor ni un premio (Adolf Hitler fue nombrado como tal en 1938, Joseph Stalin en 1939 y el Ayatolah Khomeini en 1979). En el 2010, TIME decidió nombrar a Zuckerberg como Persona del Año por “conectar a más de medio billón de personas y por mapear las relaciones sociales existentes entre ellas; por crear un nuevo sistema para intercambiar información que sea ha convertido al mismo tiempo indispensable y a veces un poco intimidante; así como por cambiar nuestra forma de vida de una manera innovadora e incluso optimista”.
La mención de TIME llega justo después de que Zuckerberg fue objeto de una temprana biopic en The Social Network (David Fincher, 2010), la cual ha sido objeto de diversos análisis y comentarios formales e informales tanto del fenómeno Facebook como del personaje Zuckerberg en sí. Este Blog intentó también un breve ensayo sobre la película, el personaje y el fenómeno. Ahora que TIME le ha dedicado un extenso y extraordinario ensayo tanto a Zuckerberg como a Facebook con motivo de la mención de Persona del Año 2010, resulta pertinente acudir al ensayo para conocer tanto lo que The Social Network noveló y distorsionó como lo que dejó de lado. Aquí algunos de los puntos centrales de reflexión en la pieza de Lev Grossman que nos ayudan a entender al personaje y al fenómeno:
Nacido en 1984, Zuckerberg forma parte de la última generación de seres humanos que recordaran cómo era la vida antes del Internet. Zuckerberg es originario de Dobbs Ferry, New York, el hijo de un dentista y crecido entre tres hermanas.
Mientras estudiaba la preparatoria, Zuckerberg creó un programa de recomendaciones musicales llamado Synapse que los gigantes AOL y Microsoft intentaron comprarle por un millón de dólares. Ello hubiera implicado para Zuckerberg dejar la escuela. Zuckerberg rechazó la oferta y decidió hacer disponible su programa en línea completamente gratis.
Zuckerberg no es el personaje remoto y socialmente inadaptado con el que normalmente se le asocia. Sostener una conversación con él puede representar un reto. Zuckerberg entiende las conversaciones como una forma de intercambiar información de la forma más rápida y eficiente que sea posible, en vez de percibirla como una actividad de recreo o de distracción. Cuando Zuckerberg cesa de tener información que compartir puede quedarse abruptamente callado en medio de la conversación.
Lo mismo sucede si la conversación empieza a perder su impulso o su sustancia: en ese momento Zuckerberg simplemente voltea la mirada y divaga, su atención en otro lado por completo. Una colega de Facebook explica: “He is not trying to be rude. He’s just like ‘O.K., you are not the best use of this time anymore’. He’s going to find a better use of his time, even if you are sitting right there”.
Al sentarse por primera vez con el entrevistador del TIME, Zuckerberg comienza diciendo: “Usually I don’t like things that are too much about me”. Zuckerberg tiene una presencia cálida en vez de la presencia removida o fría con la que se le asocia. Zuckerberg tiene una sonrisa fácil y no huye del contacto visual. Zuckerberg habla y piensa rápido y espera lo mismo de su interlocutor.
Para quienes caracterizaron a Zuckerberg, de forma simplona y adolescente, como un “ardido” que se recluyó en su cuarto a crear Facebook como la sublimación de su despecho porque una chica que no estaba a su altura lo dejó, tendrán, si les es posible, que pensar más a fondo sus verdaderas motivaciones: Zuckerberg, al momento de crear Facebook, tenía ya a su pareja actual, Priscilla Chan, una estudiante de medicina en la Universidad de California. Es decir, la escena con la que empieza The Social Network constituye una novelización de las verdaderas motivaciones y resortes del inventor.
Zuckerberg es un hombre con una fortuna calculada en 6.9 billones de dólares. Sin embargo, su indiferencia en relación con el dinero “es casi patológica” (Lev Grossman): Zuckerberg vive cerca de su oficina en una pequeña casa rentada, trabaja sin cesar, su único hobby conocido es estudiar mandarín, maneja un Acura TSX negro (un auto de aproximadamente US$35,000.00), sus últimas vacaciones las pasó en Disney World en Orlando, Florida, con su familia.
En su perfil de Facebook, Zuckerberg cita como uno de sus intereses “Eliminar el Deseo”. Al respecto habla Zuckerberg: “I think it would be very easy to get distracted and to get caught up in short term things or material things that don’t matter. The phrase is actually: ‘Eliminating desire for all that doesn’t really matter’”.
Zuckerberg ha empezado a donar parte de su fortuna. En una sentada con el Alcalde de Newark, New Jersey (de donde Zuckerberg no es originario), donó cien millones de dólares para el sistema educativo al cual considera “matemáticamente inelegante”. Zuckerberg ha prometido donar la mitad de su fortuna a lo largo de la vida.
Sobre The Social Network, Zuckerberg piensa que el hilo argumentativo de la película falló al plasmarlo como un personaje motivado por el rencor o por el aislamiento social, Zuckerberg piensa en términos más simples: hicimos esto (Facebook) por que esto es una cosa extraordinaria que hacer.
Zuckerberg dista de ser un personaje aislado o solitario. De hecho, creció dentro de intensos y comprensivos círculos sociales y familiares. Disfruta mucho estar alrededor de la gente y la gente le tiene sincerá simpatía y aprecio. Lev Grossman: “Zuckerberg no construyó Facebook para que él pudiera tener una vida social como la nuestra, sino para que nosotros pudiéramos tener una vida como la suya”.
En palabras de Zuckerberg, Facebook se basa en la idea de que cada persona es auténtica y única. Facebook quiere ser un foro para eso, basado en dos ideas centrales:
a)“The thing that I really care about is making the world more open and connected. What that stands for is something that I have beleived in for a really long time. Open means having access to more information. Transparency, being able to share things and have a voice in the world. And connected is helping people to stay in touch and maintain empathy for each other, and bandwith”.
b)“In the world, there is trust. I think as humans we fundamentally parse the world through the people and the relationships we have around us. So at its core, what we’re trying to do is map out all those trust relationships which you can call, coloquially, most of the time, friendships”.