14 de julio de 2012

Se parece tanto a lo que queda del amor


Pareciera que el amor es un compendio de colores que se va haciendo con los días; colores que son la luz sobre algunos objetos que con la repetición de los días van siendo mirados en el momento preciso en que las cosas reposan. Es desde la quietud de los ojos que se forman los colores del amor.

Y será que lo propio del amor es también irse. A veces los colores del amor se van de a poco, después de que la luz del sol les dio por demasiado tiempo y se fueron haciendo viejos como una fotografía llena de tiempo; otras veces es que se volvieron opacos a fuerza de polvo y de permanecer inmóviles. Otras veces, algo viene a estrellar al amor recién formado: una acción, una fuerza, una violencia irreparable que sucede de un momento a otro. Cuando el amor termina repentinamente es cuando duele más porque cuesta ver tanto color de pronto sin abrigo, tanto color desperdiciado y huérfano de sitio. El desamor es eso que llega un mal día y nunca se va del todo. Y es que no hay manera de borrar el desamor lo mismo que el olvido es un cuento del que nos convencemos para intentar seguir viviendo. Entonces, lo que queda del amor es para siempre el instante después de la estampida. El desamor es el amor trunco que se ha quedado para siempre a la deriva, es amor desperdigado, amor a destiempo, amor sin cauce que sólo perdura reconocible por lo inútil de su brillo.









23 de junio de 2012

Vine porque sabía que vendrías




Vine porque sabía que era imposible que te fueras.
Vine porque esto era apenas el comienzo.
De todos sospechaba su desaparición,
De todo lo que no se ve sabía que saldrías.

Estás entre todo lo que no se olvida,
También entre todo lo que nunca vuelve.
Pronunciar desde y para siempre tu nombre en un suspiro.

Te habría dicho que el amor siempre vuelve,
Que no hay modo que nunca se deshaga.

Empezaría por decirte que todo esto fue nuestro.
Me detengo para construirme tus manos con mis ojos.
Me detengo para decir que nada hay entre los días
Que hay un espacio del aire en el que queda todo.

31 de julio de 2011

El vértigo de la nostalgia.

(Esto, cada vez más, se lee con música, se entiende con música. Así se siente. Apriétale PLAY allá abajo, lector. Ve las imágenes y piérdete por ahí. Lee la letra de la canción. A ver si encuentras esa belleza que yo siento que está ahí, siempre, un paso más allá, entre todo)





La nostalgia es un vértigo, un incesante momento en el que estamos parados en medio de un mundo de cabeza, alterado; un mundo en el que lo único ya reconocible somos nosotros entre el sentimiento a punto de caerse encima nuestro. La nostalgia es un sentimiento que ya no encaja con el mundo pero lo habita; es el último hálito de ese mundo que se fue. Es un homenaje a nuestro corazón de entonces. La nostalgia es desear que el tiempo no pase, que no haya pasado; es quedarse para siempre en un instante. La nostalgia es seguir amando un mundo vuelto al revés.

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Farther Along

Farther along we’ll know all about it
Farther along we’ll understand why
Cheer up my brothers, live in the sunshine
We’ll understand this, all by and by.

Tempted and tried, I wondered why
The good man died, the bad man thrives
And Jesus cries because he loves em’ both
We’re all cast-aways in need of ropes
Hangin’ on by the last threads of our hope
In a house of mirrors full of smoke
Confusing illusions I’ve seen

Where did I go wrong, I sang along
To every chorus of the song
That the devil wrote like a piper at the gates
Leading mice and men down to their fates
But some will courageously escape
The seductive voice with a heart of faith
While walkin’ that line back home

So much more to life than we’ve been told
It’s full of beauty that will unfold
And shine like you struck gold my wayward son
That deadweight burden weighs a ton
Go down into the river and let it run
And wash away all the things you’ve done
Forgiveness alright

Chorus

Still I get hard pressed on every side
Between the rock and a compromise
Like the truth and pack of lies fightin’ for my soul
And I’ve got no place left go
Cause I got changed by what I’ve been shown
More glory than the world has known
Keeps me ramblin’ on

Skipping like a calf loosed from its stall
I’m free to love once and for all
And even when I fall I’ll get back up
For the joy that overflows my cup
Heaven filled me with more than enough
Broke down my levee and my bluff
Let the flood wash me

And one day when the sky rolls back on us
Some rejoice and the others fuss
Cause every knee must bow and tongue confess
That the son of god is forever blessed
His is the kingdom, we’re the guests
So put your voice up to the test
Sing Lord, come soon

Chorus




2 de junio de 2011

Roy, 29.5.2011

                                                                                           
                                                                                                                                           para Ana Sofía


Entiendo que mis días puedan ser a veces una melancolía, un esfuerzo constante por asomarme a través de las nubes de mi corazón. Cuando eso pasa, camino. Camino mucho, y bailo y canto por las calles. A veces lloro un poquito también y escribo. Trato de poner en imágenes una idea aproximada de mi corazón; trato de recrear una emoción que es mía. Otras veces, mis días se pueden tratar de rodearme de la belleza y la calma que ésta trae. Estos días me siento profundamente en paz con toda mi historia y con la historia de todos, mientras camino en un museo y veo lo que las personas han sido capaces de transformar en ellas mismas para hablarnos de sí. En un día como estos debe haber sido que Sam Mendes filmó la famosa e injustamente ridiculizada escena de la bolsa levantada por el aire en una banqueta. Así fue la forma que Sam Mendes encontró para decirnos que la belleza a veces es demasiado. Me gusta cuando me pasan esos días, cuando siento que hay belleza en todos y en todo: me convenzo de que podría amar a todo el mundo, así fuera en un instante específico de su persona, en un preciso encuentro. Esos días una imagen como esta me puede parecer bella y llena de algo:

Tengo tantos otros días que puedo explicar con imágenes, que las palabras no vienen o no quieren y entonces recurro a fotografiar quizá para no olvidarme de ellas, quizá para aprenderlas a ver cuando son cosas. Hay días cuyo mapa se puede hacer fotografiándolo; fotografiando su luz y sus objetos, sus tantos momentos, retratando al que fui entonces. Es en estos días que me siento en orden cuando pinto mi nombre en la pared de una exposición con un nombre quizá demasiado bello: La exposición que se desvaneció sin dejar rastro. No sé si tomarlo como un aviso, como una vocación, o como un destino. Quizá soy ese que vino para desvanecerse sin dejar rastro; para formar parte de lo escrito y luego irse siendo para siempre otro en todos; para escribir mi biografía condensada en un nombre que nada le cuenta al siguiente que se pose junto al mío, aunque quizá todos los que compartimos la pared sepamos que ella carga con todo lo que traen nuestros nombres. En esta pared me siento parte de miles de historias que nadie entendió. Cuando veo el mío, creo saber que sólo yo me traduzco.


Así es mi 29.5.2011 hasta que al final de él, llegan las palabras que siempre encuentran un emisario. Entonces eres tú que me traes a Franzen con su alegato de amor en Liking is for Cowards. Go for What Hurts. Franzen que mira a las personas más allá del narcisismo y aboga por quererlas por quien son, en toda su divina complejidad y contradicciones. Y entonces entiendo de dónde viene mi paz de estos días: de dejar la rabia, de entender mi amor, de la paz de amar y haber amado siempre como los mejores, de haberme permitido y permitirme amar en completa sintonía con toda nuestra mierda, la carnita de lo humano.
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There is no such thing as a person whose real self you like every particle of. This is why a world of liking is ultimately a lie. But there is such thing as a person whose real self you love every particle of. And this is why love is such an existential threat to the techno-consumerist order: it exposes the lie.
The prospect of pain generally, the pain of loss, of breakup, of death, is what makes it so tempting to avoid love and stay safely in the world of liking. And yet pain hurts but it doesn’t kill. When you consider the alternative —an anesthetized dream of self-sufficiency, abetted by technology—pain emerges as the natural product and natural indicator of being alive in a resistant world. To go through life painlessly is to not have lived…To consign yourself to liking, to merely taking space on the planet and burning up its resources is being (and I mean this in the most damming sense of the word) a consumer.
                                                     -- Jonathan Franzen

29 de mayo de 2011

The Distance Bewteen You and Me

The Distance Between You and Me (11), de Gonzalo Lebrija.

Todo está a la mano. Basta con correr, basta incluso con imaginar que corremos para tocarnos. Cerrar los ojos. Correr en silencio, entre todo el silencio: la distancia que somos tú y yo. Quizá eso más que otra cosa. Y el silencio como lo canta The National, también.


26 de mayo de 2011

El animal sobre la piedra



Me encuentro con Daniela en un café. Tiene unas manos nerviosas y una voz que se demora en llegar; hay algo en su manera de sentarse a la mesa que consuela y tranquiliza. Su mirada tiene algo que penetra a quien la pesca y que siempre está viendo más allá. Al mar, quizá. Daniela tiene un bolso demasiado grande, de esos que a veces cargan las mujeres. Antes del café anuncia que me tiene un regalo. Ella dice que es un animal; yo veo que también es un libro. Toma mi pluma prestada y lo dedica como una celebración a mi sonrisa.

Al igual que Daniela juega en su boca con las palabras al hablar, su libro es un gran festejo de las palabras y de las sensaciones que traen. Llego a pensar que cada palabra está escrita por algo, por todo lo que comunica y lo que inventa, por el mundo que crea a partir de que es pronunciada. Alto. Me equivoco. Las palabras de este libro no comunican, acarician. Sí, para eso están ahí.

El Animal Sobre la Piedra es el viaje de una mujer transformada por el dolor. Una mujer que siente en la piel y en lo más profundo de ella misma, las marcas de una ausencia, de una pérdida, de un lugar que no lo es más. Irma, como tal vez se llame esta mujer, es una mujer que se transforma para protegerse, para hacer menos reconocibles sus partes más vulnerables; que sabe que nunca emergemos los mismos después del dolor; que hay una parte que se pierde una vez que dejamos de habitar un mundo que ya no es tal, que terminamos siendo siempre otros, y que a veces tenemos las marcas en la piel para contarlo, para llevar registro. Es verdad que todos vamos de transformación en transformación. A veces por la alegría, muchísimas otras, quizá más de las necesarias, por el dolor. Esta es la historia de un viaje a través del dolor y la pérdida para desembocar en una mujer.

Esta mujer está convencida que pertenece al mar, que es ahí donde encuentra su origen, y que no puede estar completa sin él. Hasta él va para reencontrase con la esperanza. Ella es una mujer de otra especie que no puede sino regresar a ese lugar de donde un día salimos todos, el lugar donde somos semejantes, el lugar que casi todos abandonamos y al que pocos se atreven a regresar buscando quizá su mejor y más escondida parte: el pálpito más original de su corazón. Ella va hasta esa orilla del mundo para encontrarse con la que siempre ha sido: ahí, entre las olas del mar.

Toda expedición hacia la transformación implica un encuentro. En toda metamorfosis hay alguien que nos ve, alguien que nos reconoce más allá del dolor; alguien que quizá nos ha conocido desde un antes sin tiempo y que no se sorprende de nuestras mutaciones más brutales, de la forma en que incluso nuestro cuerpo ha sido alterado por la pena. En  todo viaje hay alguien nuestro desde siempre; alguien que nos carga, alguien al que podemos decirle “tengo hambre”. Hay en toda aventura alguien que sabe escribir y deletrear y pronunciar nuestro nombre. Nombrarnos es reconocernos. Alguien que desentraña ese que somos y que por eso tiene la certeza que morirá sin conocernos del todo. Ese Alguien que de tanto que me ve, me entiende lejano, extranjero, otro. Alguien que nos sabe con la lengua o con alguna parte del cuerpo; que no nos puede traducir pero que nos reconoce.

La Editorial Almadía, el jardín donde se posa El Animal Sobre la Piedra, anuncia que este libro “pertenece a la Colección Mar Abierto, donde se da cabida a los viajes que descubran islas inexploradas o transmitan la experiencia de la inmensidad oceánica, que hace posible la navegación”. Este es un libro sobre la gran experiencia del mar, de ser mar, de pertenecer al mar, de todas las cosas que son a su amparo y bajo su memoria.